miércoles, 10 de julio de 2013

Había una vez una banda...

Mi nombre es Daiana pero mis amigos me dicen Di. Tengo 20 años, estudio Comunicación Social y vivo en Rosario, en un departamento cuatro por cinco en Barrio Martin con Olivia, mi gata, y una población de cactus bonsai que tienen nombres de caballeros españoles.
Somos de un pueblo del centro de la provincia de Santa Fe cuyo nombre prefiero no mencionar, de un kilómetro de largo y medio de ancho en el cual se desparraman sus casi 5000 habitantes. Con mis amigos le decimos Silly, abreviación de “Silly Town”, apodo que se ganó una noche de verano en la que estábamos felices, nos sentíamos ingeniosos y habíamos tomado demasiado alcohol. Hacía calor y estábamos alrededor de la pileta de Iara con las heladeritas con cerveza entre las reposeras y los zapatos largamente olvidados en el pasto. Esa mañana habíamos terminado el colegio y aunque ya tendríamos la fiesta de graduación para festejar ese era nuestro propio festejo privado, sólo nosotros ocho, celebrando que después de tantos años habíamos terminado la escuela y que por fin íbamos a salir del pueblo. En que ya no íbamos a vivir a un máximo de 4 cuadras unos de los otros ni a compartir todas las mañanas ni las tardes, y en que ni siquiera íbamos a estar todos en la misma ciudad, en eso preferíamos no pensar. Al menos no todavía.
- Tiene un solo semáforo y está en una esquina por la que no circula absolutamente nadie porque ahora esa calle no tiene salida- había dicho Pablo con una cerveza a medio tomar en la mano.
- Los de recolección de residuos todavía no entienden cómo hacer andar el depósito del camión- había añadido Charlie, que estaba tirado en el sillón de jardín con un brazo por sobre los hombros de Ani, que se reía bajito y no podía parar.
- En la iglesia tienen que cambiar la cruz por la estrella de David o por lo que sea dependiendo de quién es la misa- empecé a reírme a carcajadas con el comentario de Mar. Todos los domingos me pasaba de estar en misa y que el rabino nos sacara casi corriendo cuando el cura se extendía demasiado. Era genial, ver a las viejas agarrar sus carteras paquetas y moverse indignadas porque qué falta de respeto, echarlas así de la Casa del Señor.
- Tiene que ir el jefe comunal a darle de comer a los patos del estanque porque el empleado que se supone que hace eso es tan viejo que se olvida siempre.
- Jefe comunal ni siquiera debería ser una palabra. Es estúpida.
- You have a point my friend.
- Es un pueblo tonto. Tonto tonto.
- Siiiiiiiiiiiilly town, siiiiiilly town – se puso a cantar Mel con su mejor voz de blues y todos empezamos a reírnos a los gritos. Y así quedó para siempre.
Dos años y medio después las vacaciones de invierno nos encontraron de nuevo en la casa de Iara, esta vez amontonados en su sala con la estufa prendida y su impresionante sistema de sonido tocando Calamaro bajito. Volvimos todos a casa durante las vacaciones  y nos pusimos de acuerdo para coincidir al menos un par de días. Aunque en la ciudad nos juntemos no es lo mismo; vernos en una de nuestras casas del pueblo, con los muebles y la gente tal como la dejamos, con las calles tan idénticas a lo que fueron siempre y los mismos vecinos y los mismos negocios y quizás un auto diferente y un niño más me da una melancolía extraña. Nos sentimos como sapos de otro pozo, como pintados a mano sobre una fotografía a la que realmente no pertenecemos. A mí me pasa, al menos; sé que a muchos de los chicos también.
Afuera hacen apenas 4 o 5 grados y hay una humedad odiosa y una niebla que hace que todo parezca Londres pero adentro está cálido y hogareño. Tenemos prendidos sólo los veladores; la chimenea (que no es de leños aunque lo parece) tiñe la escena de anaranjado. Como de costumbre ando con mi cuaderno rosa y mi lapicera a cuestas; hace mucho que quiero contar mi historia, la mía y la de mis amigos, y este momento parece tan bueno como cualquier otro para empezar.  Los miro por encima de mi taza de té de frutilla. Charlie y Ani están como aquél verano, en un sillón de dos cuerpos, el brazo de él protectoramente sobre los hombros de ella mientras charlan con Mar y Valen. Mar está sentada en canastita en la alfombra siria con el termo del mate entre las rodillas y al lado suyo Valen aprieta sus manos alrededor de su taza de café. Me causa gracia porque le decimos que es casi deshonroso que alguien de pueblo no tome mate; él nos contesta (ofendido, siempre) que es ridículo creer que porque nació en un pueblo del interior tiene que gustarle el mate y que el mate le parece ordinario y horrible. Lo queremos, a pesar de eso. Pablo y Mel discuten sobre si son mejores los libros o las películas de Harry Potter; Pablo está sentado en el piso a los pies del sillón donde se sientan Mel y Iara, la morocha sobre uno de los apoya-brazos, la rubia con un brazo alrededor de su cintura. Las veo y me acuerdo de una imagen que una vez encontré en Internet, “Every brunette needs a blond best friend” y pienso que hace mucho que ellas pasaron ese límite. Sonrío; son lindas juntas.
Yo estoy apoyada contra la pared mirándolos a todos y maravillándome de que a pesar del paso del tiempo y de todos los cambios sigamos siendo nosotros, los mismos de siempre. Quizás no estemos tan agregados a la fotografía después de todo; quizás sí pertenezcamos a ella.
- Las películas son súper fieles a los libros Mel. Nunca vi unas películas tan fieles a los libros como en el caso de Harry Potter- está diciendo Pablo.
Mel se hace la que piensa un instante.
-Emmm… no. No son “súper fieles”- entrecomilla con los dedos en el aire; Pablo intenta replicar pero la morocha lo calla –Lo sabrías si hubieses leído los libros la cantidad de veces que los leí yo. Cuando se te empiecen a soltar las hojas de la cantidad de veces que leíste cada uno, ahí volvé y hablamos de fidelidad. Será de Dios- dice frustrada mientras mueve la cabeza para los lados. Es su marca registrada.  
-¿Saben algo?- les digo y los dos se vuelven para mirarme –Están discutiendo cosas insignificantes. Lo que tendrían que discutir es por qué Rowling decidió matar a Dumbledore…
-¿Muere Dumbledore?
-… o a Dobby. No había ninguna necesidad.
-¡¿Muere Dobby!?
Ups.
Pablo tiene sus ojos verdes abiertos del tamaño de dos huevos y nos mira alternativamente a mí, a Mel y a Iara en busca de respuestas o de algún consuelo. Iara se empieza a reír y Mel no reacciona hasta que de pronto se larga a reír con su risa estruendosa y cantarina y yo sonrío con ella mientras vuelvo a mi té con mi mejor cara de “no-sabía-que-no-habías-llegado-a-esa-parte-todavía” aunque ya sé que me va a hacer pagar por esto arruinándome el final de la próxima película que quiera ir a ver al cine. Igual disfruto de mi pequeña maldad mientras pienso de repente que amo a esta gente, simplemente la amo.

***

Así comienza este blog que por ahora es un cuento de lo que me pasa rodeada de estos siete personajes que conozco desde que tengo memoria pero que se puede convertir en cualquier otra cosa porque básicamente así soy yo: organizada y planificadora por un lado pero inconstante y caótica en otro orden de cosas que se superpone y se mezcla con el anterior. A los que ya llegaron, ¡bienvenidos! y a los que están por venir ¡los estoy esperando! Finalmente, al Universo: ¡que la banda nunca encuentre este lugar! O voy a tener muchos problemas jaja. Sea como sea: nos estamos leyendo pronto gente. ¡Sean felices!

4 comentarios:

Luri dijo...

Muy buen comienzo! Me encanto!
ya estoy esperando la próxima entrada!
=)

Di Marsella dijo...

Hola Luri, bienvenida a mi pequeño mundo!! gracias por sumarte :) mi idea es publicar más o menos seguido así que espero complacerte pronto... Saludos!!

Anónimo dijo...

Hola Di! Acá estoy leyendo tu blog. Dejame decirte varias cosas, la primera estoy emocionada. ¿Motivos? 1)Escribis realmente hermoso, es llevadero leerte y de hecho da gusto, te felicito. 2)Soy fanática de Harry Potter, DE LOS LIBROS, o sea que soy verdadera fan de Harry Potter jajaja, la pelis no existen!! si, así de fundamentalista soy!!! jajaja. 3) también soy de Rosario y estoy terminando Comunicación Social..si bien tengo 6 años más seguro nos cruzamos en la facu!!! Este mundo es un pañuelo, definitivamente.
Abrazos, Nani!!!

Di Marsella dijo...

Nani! Bienvenida a mi lugar en el mundo!
1) Te gusta como escribo? Ay que lindo!! Estas cosas me emocionan, que alguien te lea y le guste y encima te lo diga es un mimo hermoso al alma :)
2) Mi opinión es la misma, no se puede comparar, los libros son los libros!! El otro día con Ani encontramos una de las películas en el cable (en español, herejía!) y yo no podía parar de señalar las cosas que estaban mal. Ani terminó cambiando de canal porque dijo que es imposible mirar Harry Potter conmigo jaja
3) El mundo es un pañuelo! adelantame algo, 4to se pone muy difícil? Porque tercero ya me está volviendo un poquito loca.
Abrazos muchacha!
PD: soy media fanática de hablar haciendo enumeraciones, casi tan fan como soy de las "PD" jajaja