sábado, 10 de agosto de 2013

Esto que nos pasa

El martes 6 de agosto la ciudad de Rosario amaneció de cara a la tragedia.Yo estaba en mi casa desayunando con Olivia y Tiago, leyendo Fabbri y escuchando Radio 2 cuando empezaron a decir que había explotado un edificio en el centro de la ciudad, Salta entre Oroño y Balcarce, que la explosión se había escuchado a kilómetros del lugar, que habían estallado los vidrios de todas las manzanas de alrededor, que no podían apagar el fuego, que llegaban las diferentes fuerzas de seguridad, que aparecían los primeros muertos, que la gente estaba desesperada... Mi celular sonó a los 15 minutos y nunca me voy a olvidar el alivio que escuché en la voz de mi mamá cuando respondí. Yo temblaba aunque vivo en la otra punta de la ciudad. Dejé los apuntes y prendí la tele y empecé a empaparme de lo que estaba pasando mientras en mi Facebook iba descubriendo como la ciudad se movilizaba para ayudar a ayudar. Nuestro grupo de Whats App estalló de actividad y cuando Valen no contestaba los mensajes lo bombardeamos de llamadas hasta que lo despertamos y nos confirmó entredormido que no sabía qué había explotado pero que él estaba bien. 
Fueron días complicados. A nadie de mis seres queridos le pasó nada pero se sintió (se siente) tan cerca que es difícil de explicar lo que me pasa por dentro y ni siquiera soy rosarina de nacimiento... Con el curso de las horas y de las conversaciones fui encontrando los resquicios por los que la explosión se fue colando en mi vida: la compañera de la facultad a la que le estallaron todos los vidrios, la abuela de una amiga que estaba a una cuadra porque iba al médico, mi amiga que tiene un amigo boy scout que está todas las noches ayudando a los bomberos, la conocida de una vecina que trabaja en el CEMAR y que fue la que empezó a elaborar la lista de heridos de los hospitales, el recuerdo de que hace cuatro días desayuné en esa esquina, Mar diciéndome "estaba en el trabajo y creí que era un terremoto"...

Cuando me repuse un poco en los días que siguieron pasé por el lugar de la explosión para ver en qué podía ayudar y ver en vivo la escena me terminó de movilizar. Donde antes había una torre ahora hay un montón de escombros y sobre los escombros personas que parecen playmovils sobre un montón de piedras. 

De golpe darnos cuenta que somos tan pequeñitos y que todo es tan efímero...

Ese martes a la noche no pude dormir. Di un millón de vueltas en la cama y terminé por levantarme y ponerme música bajita y ordenar la casa porque ni siquiera sentía que pudiese concentrarme para leer un libro y definitivamente no estaba de humor para mirar una película en Internet. Suena ridículo pero tenía miedo de despertarme enterrada en escombros... Me tiré en la cama alrededor de las 6 porque no me daba más el cuerpo. 
El miércoles fui a visitar a Ani.
-No puedo dormir amiga... Siento que puede pasarme a mí, que puede explotar mi edificio y que todo puede terminar en un instante. O que puede explotar alguno de los edificios donde viven ustedes y que te golpe entonces los voy a perder y siento que me muero. Ami si los pierdo a ustedes me muero. 
Me abrazó muy fuerte y dejó que llorara la angustia que me apretaba el pecho desde que escuchara la noticia y me prometió que esa noche iba a venirse a dormir a mi casa.
Se vino.
Y dormimos abrazadas en mi cama aunque Olivia y Tiago protestaran.
A veces el lugar más seguro del mundo son los brazos de otra persona.


(Hoy ya me siento mejor aunque la angustia persiste. Salír a buscar a Santiago Laguía me dio la sensación de que al menos estoy haciendo algo y no dejo de compartir todo lo que puedo en las redes sociales. Hoy más que nunca nos damos que al final de cuenta todos somos uno...)



2 comentarios:

Unknown dijo...

Mucha fuerza. Muchos ánimos. Un abrazo

Di Marsella dijo...

yomismo jomateix gracias caballero...